Trato de cumplir con el mandamiento del NO CONSUMAN, pero se hace difícil, la verdad.
Yo ya me entrego a los pies de Simeone. Él es el Principio y el Final de este equipo. Es Dios. Sin Él nada de esto que hemos disfrutado habría estado ni lejos de suceder. Él es mi baremo. Me imagino que sabrá discernir y pronunciarse en consecuencia, distinguiendo lo que es corruptela repulsiva de los Gil, lo que es abuso de poder por parte de los clubes de finanzas hipertrofiadas y lo que es promoción profesional - traición, a mi anquilosado y extemporáneo juicio - alentada por el propio jugador.
Dicho lo cual, y si lo de Costa se confirma, me parece que se equivoca. Obviamente se reiría de mi cara leyendo estas líneas, sobre todo mirando su cuenta corriente, pero no es ya que aquí estaría más feliz y con más cariño que en ningún sitio, es que - abro paraguas - como no empiece con buen pie, me parece que puede fracasar en su aventura. Costa no es Falcao ni Forlán. Para mí está un escalón por debajo, en cuanto a calidad. Aquí se dan todas las condiciones para que pueda destacar. Pero bueno. Él sabrá. O los putos Gil sabrán, que igual están desmantelando el equipo como siempre, y nosotros sin sospecharlo.
Al final el fútbol es una mentira sustentada sobre la candidez de nuestros sentimientos. Salvo el Cholo, Gabi y alguno más, los futbolistas se dividen en dos categorías. Profesionales y mercenarios, osea, profesionales también, pero desprovistos de los sentimientos más elementales o de la conciencia más irracional y emocional.