Qué listo es el cabrón de Luis.
Si no sales al 110% desde el inicio, un equipo como Suiza se te atraganta: empiezas a darle vueltas en la boca, y la bola de miga cada vez más seca y dura, sin que tengas luego forma de encontrar el café olé que te permita tragártela.
Si sabes cómo va a jugar el contrario, por tradición, jugadores y entrenador, tienes que manejar tus hombres: no debes jugar con dos medios centros y un solo punta, que encima no es precisamenteel rey de la movilidad y los desmarques.
Si no buscas los espacios -con diagonales hacia los laterales del área- ni las superioridades por banda, con un rival que te conoce de memoria y defiende bien, con un muro en la zona central, acabas convirtiendo tu juego en un insulso tiqui-tiqui, de esos que tanto enamoran a los garrulos disfrazados de enteraos degustadores de fútbol.
Y ahora, yo.
Hay bastantes jugadores importantes fuera de forma, o al menos esa impresión da. Lo venían advirtiendo en los partidos de entrenamiento y en la fase final de la temporada.
Los laterales son una calamidad. Defienden flojito, a pesar de no verse exigidos ayer en esa faceta; pero, sobre todo, es que no efrecen nada en ataque: sólo una entrada por su banda del Ramos, y encima la termina con un disparo lamentable con la zurda, cuando tenía a dos esperando un centro relativamente sencillo. Tal y como se presentó el partido, un defecto capital.
Sacas, absurdamente (ayer), dos medios centros, y encima su solvencia defensiva deja mucho que desear, como ya sabíamos, por cierto. Su papelón de mirandiñas descolocados y desatentos en el saque del portero rival que da origen al 1-0, es de esos detalles que marcan un partido de este nivel.
Mal el cambio de Torres. Estando como estaba el partido, y viniendo Torres como viene, quien debería haber acompañado al enano de Los Palacios era el espárrago riojano, a quien, si no lo sacas en esa coyuntura, ya me dirá Del Bosque para qué lo ha llevado. Por cierto, dos garrafales conducciones en carrera de Torres, cometiendo ese error tan típico de él y que no acaba de corregir.
Dicho todo esto, si Piqué aprovecha la clarísima ocasión que tuvo, y que tan bien manejó con un regate maravilloso, a estas horas estaríamos hablando de una España al nivel de Brasil, Argentina o cualquier otro favorito, como mínimo. Así es el fútbol.